abril 19, 2024

Guerra Dinamarca-España


El pueblo de Granada que estuvo dos siglos en guerra con Dinamarca
Enterados de la revuelta contra José Bonaparte, el grueso del regimiento español logró con una argucia huir de Dinamarca apenas seis meses después gracias a la ayuda de la Marina inglesa. Su repentina desaparición "nunca fue entendida" por la historia oficial danesa, que los consideró unos traidores, una imagen muy distinta de la que dejaron en el imaginario popular en las provincias de la isla de Fionia, el este de Jutlandia y el oeste de Selandia, donde su huella fue imborrable.

"Tocaban la guitarra y hacían fiestas"
"Nunca entraron en combate, sólo estuvieron estacionados, fueron los primeros soldados extranjeros que no arrasaron el país. Vivían entre la gente, se comportaban de forma familiar, aceptaban sin remilgos la comida local, no como franceses y belgas; jugaban con los niños, tocaban la guitarra y hacían fiestas", resume Petersn. La impresión que causaron en los pueblos daneses, donde sus habitantes no estaban acostumbrados ni a viajar ni a tener contacto con gentes de otros países, fue considerable, pese a los problemas de comunicación, y también en el campo de las costumbres. 

De ellos aprendieron a fumar tabaco liado, aliñar ensalada y usar ajo en las comidas, y de su idioma tomaron la palabra spanjler, que al igual que la más culta spanier, significa "español" en danés, aunque en el primer caso está dotada de un componente simbólico, unido a la pasión y el gusto por la música de los europeos del sur. Pese a la designación oficial de "traidores" y a que su mantenimiento sangró las arcas danesas, es difícil encontrar un relato negativo sobre aquellos españoles que les hicieron descubrir una "mentalidad distinta", aclara Petersen.
Al contrario, han pasado a la imagen colectiva, que aún perdura en las provincias, como gente "alegre, educada y musical", el antepasado perfecto al que recurre cualquier persona de la zona para explicar un temperamento fuerte o rasgos mediterráneos. Tampoco es menor su huella en la literatura romántica danesa, en autores que como Steen Steensen Blicher o Hans Christian Andersen recurren a su ejemplo para hablar de las diferencias entre nacionaldades, soñar con la idea de reunir las mentalidades del norte y del sur de Europa o construir la imagen de que "el mundo puede ser otra cosa", según Henning Petersen. El propio Andersen, el celebérrimo autor de cuentos, narra en sus memorias que el primer recuerdo de su infancia es de un soldado español, y que en él encontró "lo diferente". La muestra, que recorrerá el país hasta noviembre, recoge armas, pinturas, dibujos y ropas de la época, así como objetos de aquellos soldados que durante años fueron guardados por las familias danesas.
 
El proyecto, articulado en torno a la web www.spaniolere.dk, incluye también material didáctico para escolares, una investigación para encontrar antepasados españoles y la publicación de un libro escrito por historiadores daneses, suecos y españoles. La obra recopila anécdotas como la de la quema accidental de la célebre fortaleza de Koldinghus; la del soldado que no pudo huir tras romperse una pierna y acabó casado con una danesa con la que tuvo 9 hijos; o la del noble que prefirió pegarse un tiro antes que entregarse a las tropas francesas.

Libro que estudia con minuciosidad, (fuentes inéditas, bibliografía, apéndices documentales, mapas, ilustraciones, etc..), la expedición del Marqués de la Romana al Norte de Europa, y que, aunque inscrita dentro de las guerras napoleónicas, y, pese a haber afectado, de una u otra manera, a la historia de varios países, ha sido una de las contiendas menos estudiadas de dichas guerras, vacio que viene a rellenar la monografía que reseñamos.


De esa época se conservan también algunos apellidos en Dinamarca, ya que algunos soldados decidieron quedarse. Por ejemplo, Panduro, que hoy da nombre a una cadena de tiendas danesa de materiales para manualidades y cosas por el estilo

INVESTIGACIÓN | Un libro recuerda aquel episodio histórico

Cuando 15.000 soldados españoles llegaron a Dinamarca con Napoleón

Dos siglos después de su paso por Dinamarca, un libro indaga en la huella dejada por 15.000 soldados españoles que llegaron a ese país con las tropas de Napoléon y que ha alimentado mitos que aún perduran en el imaginario colectivo. 'Da spaniolerne kom' (Cuando llegaron los españoles) culmina una investigación iniciada en 2004 por historiadores daneses y españoles que ha resultado en una exposición y en un libro que ofrece una nueva mirada sobre un encuentro que duró apenas seis meses.
Al mando del marqués de La Romana, la División del Norte llegó en marzo de 1808 a Dinamarca para unirse a franceses y belgas y apoyar un ataque a Suecia, aliada de Inglaterra, que acababa de bombardear Copenhague. Pero lo impidieron la debilidad danesa y la huida de los soldados españoles, que volvieron a su país con ayuda británica al saber de la revuelta contra José Bonaparte.
Para la Dinamarca oficial fueron unos traidores; no para los habitantes de donde estuvieron acantonados, fascinados por el contacto con gentes de idioma, físico y costumbres tan alejados.

Aliñar la ensalada y liar cigarrillos

Cartas, diarios y libros hallados en archivos daneses y españoles muestran que les enseñaron a aliñar la ensalada, cocinar con aceite y liar cigarrillos; los sorprendieron con ropa inadecuada para el frío, la siesta y su amor por la guitarra y la fiesta.
"Los españoles no llegaron a Copenhague, cuyos habitantes tenían contacto con el exterior. Estuvieron en pueblos donde la gente ni viajaba ni conocía a extranjeros. Muchos experimentaron una cultura distinta y extraña", explica a Efe Henning Petersen, impulsor del proyecto y coordinador del libro.
Pese al poco tiempo que estuvieron, las dificultas idiomáticas y la sangría que supuso mantenerlos, su facilidad para adaptarse, su actitud pacífica y su cariño hacia los niños jugaron a su favor.
Fueron un "espejo" a otro mundo posible, originaron una construcción romantizada de personajes idealistas y sentimentales, a la que también contribuyeron figuras literarias de la época como Steen Steensen Blicher y el célebre Hans Christian Andersen, dice.
Ahí encajan los innumerables romances entre soldados y danesas, que darían pie a que los ojos oscuros y el temperamento fuerte de cualquier niño se atribuyeran sin más a un antepasado español.

Frontera entre realidad y fábula

En la frontera entre realidad y fábula se encuentra también la historia de la hija de un panadero de la época, desconsolada tras la marcha de las tropas: cómo iba a entender a su hijo, fruto de la relación con un soldado, si ella no sabía hablar español.
Y entre los que con orgullo reivindican descender de uno de esos soldados está Uffe Ellemann-Jensen, ex ministro de Exteriores (1982-1993) y ex presidente del Partido Liberal Europeo (1995-2000).
La huella española está presente en el danés: se sigue usando el vocablo "spaniol", si bien otros como "muchachos" o "adio" han desaparecido; igual que "carajos", para referirse a esos soldados que a menudo pronunciaban esa palabra de significado desconocido.
Los anecdotarios, recopilados décadas después, hablan de "emoción", "lágrimas y abrazos" y ciudades "vacías y muertas" por la marcha de los soldados, que correspondieron al afecto regalando a sus anfitriones crucifijos, instrumentos o sillas de montar.
Muchos de ellos, como el anillo hecho de la crin de un caballo que un soldado regaló a su novia, han ido pasando de generación en generación y ahora forman parte de colecciones de museos.

Detenidos y enviados a Francia

Aunque el grueso de las tropas volvió a España y se unió a la lucha por la independencia, tres regimientos, con un total de unos 5.000 soldados, no pudieron escapar: fueron detenidos y enviados a Francia, y de ahí a luchar a Polonia, Italia y Rusia. Cerca de la mitad logró desertar, como el capitán Antonio Aldao, convertido en espía del zar; otros murieron de frío.
Y hubo quien se quedó en Dinamarca por voluntad propia o por las circunstancias, como el soldado Isidoro Panduro, hospitalizado por una rotura en una pierna mientras la tropa huía a España, y que echó raíces: entre sus descendientes están el escritor Leif Panduro y los creadores de una popular cadena de tiendas que lleva su apellido.
Dos siglos después, lo que ha quedado es una "imagen simpática" de los españoles, fruto de una historia "genuinamente popular", afirma Petersen, algo que no ha ocurrido en otros casos.
"Uno se pregunta por qué no hay nadie que descienda de franceses o de belgas, que también formaban parte de la tropa. Nunca llamaron la atención del pueblo danés de la misma manera, ni estaban hechos del material que crea los mitos", resume el escritor Ib Michael.

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