Jan Garbarek y su grupo en Madrid © Manuel Velasco |
El jazz nórdico comenzó su andadura allá por los años 50 del pasado siglo como un fenómeno imitativo de las corrientes norteamericanas que dominaban este tipo de música, sobre todo el bebop, que era lo que por entonces estaba de moda entre los entendidos. Pero una década más tarde algunos músicos ya habían sabido adaptar aquel torrente sonoro que les llegaba desde el otro lado del Atlántico a su propia visión del mundo.
El saxofonista noruego Jan Garbarek encabeza una buena lista de músicos escandinavos a los que se les otorgó la etiqueta de jazz de vanguardia, en gran medida debido al sello discográfico ECM, que publicó discos de creadores, sobre todo europeos, muy alejados de lo que se hacía en Norteamérica.
Nuevas generaciones tomaron el relevo. La electrónica entra en la escena jazzística. El noruego Bugge Wesseltoft es el nuevo gurú del jazz nórdico. Es el fundador de la compañía Jazzland Records que ha supuesto una auténtica cantera de nuevos talentos, como la cantante Sidsel Endresen, o el reciclaje de artistas que pululaban por otros derroteros, como Mari Boine, proveniente del folk sami. Y hasta se ha llegado a crear un nuevo término para aquellos que usan la tecnología propia de la música dance mezclándola con el jazz: Grünnelökka.
¿Y qué tienen los países nórdicos que no tengan los otros? No es sólo un asunto de dinero y nivel de vida; es una manera de entender la cultura en general y la música en particulas. Los gobiernos ponen a disposición de los músicos emergentes ayudas y becas para completar su formación. Hay circuitos de clubs bien establecidos para que los músicos puedan mostrar su talento ante un público entendido. Y hay voluntad de exportar música como una materia valiosa del país.
Playlist JazzLand
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