enero 21, 2010

Artículo sobre Islandia en El País

Islandia se queda sin felicidad

La deuda dejada por los bancos toca a unos 50.000 euros por familia. Los excesos de la banca acaban con un modelo que muchos habían tomado como referencia

Una caminata por algunos parajes de Islandia es el equivalente a un paseo lunar, y, en cambio, apenas una hora en el despacho del ministro de Finanzas islandés devuelve inmediatamente a tierra: papeles amontonados, revistas, el molesto y continuo tableteo de un teléfono móvil, un desorden organizado alrededor de un ordenador de mesa y, sobre todo, unas tremendas, estupendas pantuflas que dominan el escenario desde un rincón e inducen a pensar que su dueño se pasa el día entero en el ministerio. "Y la mayoría de los fines de semana desde hace meses; y lo que queda por delante", resopla el ministro. No es para menos. Los islandeses se fueron a dormir un martes de octubre de 2008 como los más felices del mundo -y entre los más ricos, aunque suene redundante- y despertaron al día siguiente con el país en bancarrota, asfixiados por las deudas, golpeados por el paro. Quince meses después, donde reinaba la felicidad, según varios estudios académicos serios e incluso la ONU, hay ahora frustración, desesperación. Ira.

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Incluso en mitad de la peor recesión que se recuerda, las exportaciones y el turismo se han convertido en un bálsamo, al calor de la devaluación de la corona. 

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